Guistu
“Era estudiante de medicina, pero lo abandonó la novia y se hizo bohemio. Era muy inteligente”.
“Vivía en el sótano del cine. Cuando lo sacaron, se fue a la tapera de los padres. A veces, llegaba cuando daban cine, pasaba por delante y saludaba, para ir al sótano. Los espectadores, lo aplaudían”.
“Cuando estaba viejito, lo llevó Popi Vöegeli, a vivir con él. Contaba Popi que cuando fue a buscar a Guistu a la tapera había tantas pulgas”.
“Cuando fue acumulado años fue perdiendo la fuerza y le trajeron el médico y él les dijo yo no estoy enfermo, yo estoy viejo”.
Solía pasar por mi casa y se sentaba en la verja a hablar de la vida con mamá o con quién sea. Ya de viejo se hizo testigo de Jehová, pero solía decirnos que él no acostumbraba a predicar, lo que le gustaba hablar.
Y claro hablaba otras lenguas europeas como el alemán, ruso polaco, francés e inglés, El suizo no contaba porque según él decía era un alemán deformado que según el cantón podía ser italiano o francés deformado, Los suizos son así decía y largaba su carcajada bajita y hasta timidona.
Nunca supe cómo se llamaba, pero su apellido era Vöegeli (Fégueli fonética alemana) traducción: “pájaro”. Luego indagando en su familia di con un texto que textualmente dice: Del matrimonio de Karl Ernst y Susanna nacieron diez hijos, aunque dos de ellos murieron de pequeños. Ernesto Pablo nació en 1885; Augusto Carlos y Ana Lidia, que fueron hermanos gemelos, nacieron en 1888; Walter Guillermo en 1890; Federico Eduardo en 1892, y el último es él.
Tú eres cervecita me decía sonriendo… ¿Sabías que Bieri quiere decir cervecita? Y se reía emanando ese olor particular que brotaba de su cuerpo añejo, rancio, rozando lo desagradable, aun así, nos indicaba como debíamos bañarnos. Agua fría en invierno y agua caliente en los veranos. Con voz orgullosa decía: Eso Aprendí en las miserias en Ciudad del cabo y en Asunción, mientras con un temblor sutil se apoyaba nuevamente en su bastón. Colocaba su bolsa que alguna vez había sido blanca algodón en el duelo y volvía a sentarse en la verja.
Yo salía volando al diccionario Larousse ilustrado que papá había adquirido: ¿Sudáfrica, Paraguay?
Karl mi padre trajo toda la madera con la cual se construyó estos pueblos decía. Pero en ese informe leí: Karl Ernst no logró acumular fortuna. El continuó por varios años más en la actividad maderera. Sin embargo, la suerte continuó siéndole esquiva. En su último viaje a la selva chaqueña, y después de largos meses de trabajo, Karl Ernst logró finalmente acopiar una importante cantidad de troncos con los que formó una jangada para su transporte río abajo. En esas circunstancias se desató una terrible tempestad en el río, cuyos vientos huracanados desarmaron y destrozaron la jangada, perdiéndose los troncos en el río sin posibilidad de recuperación. Las modestas finanzas de Karl Ernst no permitieron absorber una pérdida de tal magnitud. Karl Ernst debió abandonar definitivamente el negocio de explotación de bosques.
Luego se despedía tomando su bolsa con el traje añejo y gris despidiendo ese aroma inolvidable que jamás volví a oler. Don Leo Kwidzinski ya debe estar por arrancar porque ahí viene para la esquina de la comuna don Mauro Scherer que es medio nuevo como yo.
Un día sentado en la verja espero a que mamá salga con el mate que él nunca aceptó y arremetió: -Dios creo todo y creo que empezó con estos lugares hermosos que alberga el río Paraná. Y mamá le dijo: - ¡Por este pueblo de mierda seguro que no!
Y ahí se iba ese hombre que vio a Chaplin y a Gardel, el que aprendió de western los tiros que surgían del enorme parlante cuadrado de que don Osvaldo Ramseyer había adquirido en Paraguay para el cine.
De la pasión y del dolor que el sonido puede expresar. Ahí en ese mundo subterráneo casi de enterrado quizá encontró la salida en una religión que nunca tuvo.
"Guistu vivía cerca de la E.P.E. en una cueva. Cuando pasaba al lado de una mujer le decía: LINDA, LINDA. Yo era chiquita pero nunca me olvidé de él”.