lunes, 5 de mayo de 2008

Texto completo de "la forestal" de Rafael Lelpi (Y audios) ver al final del texto

La forestal Crónica cantada


“En el comienzo fue apenas un nombre para extraños. El año, un año más: 1904... Un año amargo. Argentine Quebracho Company, ese era su primer nombre. Sus acciones estaban en Nueva York, Pero sus garras caían sobre el quebracho, el tanino y los rollizos y empezaban a hundirse en esos montes del Chaco grande. El sitio se llamaba Tartagal...”
Camino a Tartagal (Chamamé canción)
Fuimos dos mil, dos mil adelantados
en el infierno rojo del quebracho.
Nos dijeron entonces: Tartagal,
y era como una mágica palabra.
Vamos a Tartagal, era el conjuro,
la esperanza, las ganas y la confianza.
Fuimos con las mujeres y los hijos:
Una rota y hambrienta caravana...
Me llamé entonces Pedro, Juan y Segundo.
Se llamaron, Florinda, Rosa, Juana.
Todo duró lo que duró la sangre,
la espalda, el corazón, el brazo hachando...
“1913, un año amargo para los obrajeros explotados: Nace el Imperio de la Forestal”
Todo duró lo que duró la sangre,
la espalda, el corazón, el brazo hachando…

“Ahí estaba yo; Sí señor, con la Rosita mi mujer y los gurises. Todos juntos ahí, ocho éramos entonces: La Rosita, Yo, el Antonio, Remigio, José, Ramón, Jacinta… Florinda… Ay! Florinda, flaquitos todos… con la canillita como palitos… Pero eran de guapos pa’ ayudar en el desmonte…
Allá en el pueblo nos dijeron que era güena la gente, que era güena la paga… que eran güenos los Ingleses… Los ingleses… Jha… Y nos vinimos nomá pa’l obraje… A qué señor! Vivíamo mesmo como lo animale señor… Siempre debiendo en la proveeduría… Nos pagaban con lata… Y! lata… Una moneda de la forestal pa’ cambiar por yerba o azúcar o a veces un pedazo de carne… Ah! Era un abuso señor!
Rosita: volvamo al pueblo!”

Vámonos al Chaco

Nos vamos en el carguero,
Fiero modo de viajar
Vámonos de nuevo al Chaco
Garra de la Forestal…

“Todo era limpio y ordenado entonces en los pueblos del imperio: Agua corriente, calles, luz, farmacias, un hospital, canchas de golf… Lo bueno para el jefe, el gerente y el contratista, eran pueblos de lujo!...

Pueblos de lujo? Ande falmiaba su bandera?... Pueblos de Lujo? Y el viboraje? Y la garrapata y la tuberculosis prendida entre casi todos?... Pueblos de lujo? Y la sífilis? Y los compañeros que a los 35 ya eran viejos?... de lujo! Y los gurises se iban yendo uno a uno!... Ay! Florinda… Así vivíamos y así moríamos… Sí, señor!
Algunos como el Telmo, el Sandalio, el Juan, el Crespín, el Alfonso; se murieron de repente comidos por la fiebre… Otros se quedaron quietos despacito como con un pasmo de aserrín en la garganta… Mi compadre Cáceres murió así señor!...
De sol a sol trabajábamos en medio de esos quebrachales, hablando solos pa’ perderle miedo al monte, sentíamos venirse la yarará, la de la cruz o la cascabel… Lleno de víboras estaba eso señor! De noche, cada uno con su alma, meta matear amargo pa’ calmar la panza, mirando moverse las estrellas allá arriba, después el amanecer… Y meta hachear! Meta hachear! Meta hachear! El quebracho se venía abajo con ese ruido: Qué se cae! Que se va cayendo noma! Hasta llegar al suelo retumba todo como si fuera un trueno bárbaro! Guarda!”

A veces nos mandaban pa’l pueblo…

Tres veces a la semana

Tres veces a la semana
Nos mandan a la bailanta
Tres veces a la semana
Para quitarnos la rabia.
Piso de tierra mojada
Cerveza tibia y mujeres.

Yo no voy a la bailanta
Yo no me vendo por lata
Si voy mañana de seguro
Que no puedo con el hacha
Bolichera de Villa Ana
Del ramón y la balanza
Alpargatear y gritar
Sobre la tierra mojada
Tres veces a la semana
Tres veces a la semana.

“En julio del año ’19 los pueblos forestales comienzan lentamente su camino hacia a la sangre. La forestal empieza su tarea… Va cerrando obraje tras obraje… los comisarios y sus gendarmes preparaban sus armas… Cuando el gran imperio al fin cerró sus puertas, los obrajes se quedaron sin las vías, sin el ferrocarril y sin el agua… A comienzos del ’20 a los hacheros les faltaba el pan, la ropa, el techo, el agua… Son muchos los atropellos y muchas las razones para luchar por sus derechos…
-Queremos mayor Jornal.
-Queremos trabajar como los hombres.
-Que no persigan compañeros como quien corre a un animal.
- La huelga es el camino que nos queda. La huelga. La huelga o el ultraje.

En Villa Guillermina el gran imperio encuentra entonces su primer escollo, se llamó simplemente: “Centro Obrero”… Coccia, Altamirano, Isurrey, Ifran, Vera, La Fuente, Lotito y Juan Giobetti.”

Aquí estamos con la huelga

Yo no me entrego a los dueños
Compañero Juan Giobetti
Yo soy obrajero pobre
Del lado de Calchaquí

“Eso eran lo compañero, que escribían la verdad y nos las leían en el “Aña Mengüí” diario del pueblo… Eso eran lo compañero, que nos enseñaban como teníamos que hace pa’ que no nos tuvieran como uno esclavo en el medio de esos montes, que nos juntáramos para hablar entre nosotros, que pidiéramos lo que era de nosotros: Mejor jornal, un hogar donde vivir como la gente, un dotor pa’ los gurises y las mujeres, que no nos pagaran con los vales, que no nos robaran en la proveeduría, nosotros no sabemos nada de eso de defendernos hasta que ellos nos abrieron los ojos, y así fue que vimos como era que la forestal se iba llevando todo y nos dejaba sin nada a todos. Gracias Juan Giobetti, muchas gracias!”
“La forestal seguía despojando… Los huelguistas del año ’19 consiguieron apenas unos cobres, sus dirigentes fueron camino a la cárcel, a la tortura cruel y hacia el destierro, el ingenio lanzaba hacia el saqueo a sus muy bien pagados asesinos. El fantasma tenía santo y seña: “Gendarmería volante”

Vienen los mercenarios

Ya vienen los mercenarios
¿De dónde salen, de donde?
Ya vienen los mercenarios
¿De dónde salen, de donde?
El máuser siempre adelante
¿Qué vientre los ha parido?
Ya vienen matando gente
Los gendarmes volantes
La maldición del quebracho
Les alcance hasta los hijos
La maldición del quebracho
Les alcance hasta los hijos
La maldición del quebracho
Les alcance hasta los hijos…
Ya vienen matando gente
Los gendarmes volantes
Ya vienen matando gente
El máuser siempre adelante

“Y… Ellos tenían a los gendarmes volantes, venían siempre a caballo con el máuser listo pa’ tirarnos, cuidando que nadie saliera de esos montes la compañía les pagaba mucha plata pa’ que nos tuvieran mansos y nos metieran miedo a balazos. Eran de esos pueblos nomás, De Guillermina, de Villa Ana, de Calchaquí… ¡Gente como nosotros! ¡No tenían hiel estos desgraciados! ¡No respetaban ni a las mujeres, carajo! ¡Siempre empujando! ¡Siempre mandoneando!.
Cuando la huelga, empezaron a ponerse como locos… Yo estaba ahí, yo me acuerdo.”

Ya vienen los mercenarios
Color de los cardenales
Ya vienen los mercenarios
Color de los cardenales
El máuser siempre adelante
¿Qué padre les dio su sangre?
Ya vienen matando gente
Los gendarmes volantes
La maldición del quebracho
Les alcance hasta los hijos…
Ya vienen matando gente
Los gendarmes volantes
Ya vienen matando gente
El máuser siempre adelante

“Cuando promedia abril del año ’20 la huelga estaba casi terminada. Lotito y Juan Giobetti van camino hacia la cárcel, en Villa Guillermina mientras tanto las cosas van camino hacia la sangre… El gerente Bianchini entra con sus matones en la fábrica, un balazo lo para para siempre… La represión comienza en ese instante…”



Llegada del 12

El 12 de infantería llegó hasta el pueblo
Pidieron que se rindieran a los obreros
Ya estaba muerto Bianchini y muchos nuestros
200 asesinados todos obreros.

El 12 de infantería llegó hasta el pueblo
Pero ya los gendarmes eran los dueños
Ellos los mercenarios fueron verdugos
200 obrajeros, un precio duro.
200 asesinados, ¡un precio duro!

“La forestal aumenta sus recelos y las armas se suman en el sótano de la administración. Los hombres comprenden que les queda un solo camino para cortar el hambre: ¡Hay que ocupar las fábricas ya mismo!”

Hasta morir o vencer
Dicen que los ferroviarios
Se pliegan en Santa Fe
Dicen que hay huelga en Rosario
Y en Buenos Aires también.

Ellos son muchos con máuser
Nosotros a penas cien
Pero aquí nos quedaremos
Nosotros apenas cien
Pero aquí nos quedaremos
Nosotros apenas cien
Pero aquí nos quedaremos
¡Hasta morir o vencer!

“A Alguno lo agarraron en los pueblo nomá, otros los corrieron monte adentro, la gente se escondía en donde podía, algunos conseguimos armas y les hicimos frente, venía a caballo los gendarmes volantes, Les llamaban los cardenales porque tenían la chaquetilla colorada ¡ja! ¡Igual que los pájaros! La compañía les pagaba plata fuerte. No como a nosotros que nos daban la moneda de lata de la forestal. Los gendarmes venían siempre a montones y tiraban contra todo la que se movía entre los árboles, Los traían de Santa Fe en el tren de la compañía y dormía ahí en los almacenes o en la casa de la administración… Cuando llegaron los militares pa’ parar todo el asunto ya los gendarmes habían matado a 200 hacheros y obrajeros. Nosotros pudimos escapar monte adentro, claro si conocíamos los pueblos, las picadas y los caminos mejor que ellos pero a algunos los agarraron… la pasaron muy mal señor, muy mal…”

Color tierra

Jumelio Méndez se llama
El compañero apaleado
Lo cazaron los gendarmes
Y mucho lo maltrataron

Un tal sargento Barolas
Era el que los torturaba
Los hacía desfilar
Con una bolsa cargada.

Cuando pasaban delante
Sin asco los macheteaba
Y así lo tuvo al Jumelio
Casi toda la mañana

Jumelio Méndez tenía
Las marcas sobre la espalda
Sobre la piel color tierra
Como venas coloradas

Al fin quién sabe hacia adonde
Lo llevaron los gendarmes
Y cuanto le habrán pagado
Por el precio de esa sangre.

Jumelio Méndez chamigo
Compañero en las hachadas
Ahí anda su nombre bueno
Por el medio e’ la picada

“torturas y amenazas no alcanzan para expulsar a todos de los pueblos. La forestal se decide entonces por el incendio.”

¿Porque no hacemos igual?

Nos quemaron hasta el rancho
No nos dejan trabajar
Si ellos queman y destrozan
¿Porque no hacemos igual?

“-Un momento compañero
Que no se puede quemar”
Lo dijo Lorenzo Coccia
Cuando vino a Tartagal:

Métaselo en la memoria
Y no lo olvide jamás
Métaselo en la memoria
Y no lo olvide jamás

“Lo dijo Lorenzo Coccia cuando vino a Tartagal: Lo que levanta la mano del hombre no debe destruir el hombre, si las fábricas son nuestras no las quemen, con nosotros han de quedar… Lo que levanta la mano del hombre no debe destruir el hombre”

¡Si las fábricas son nuestras
Con nosotros quedarán!

“Terminó la matanza en los obrajes, la tortura, la sangre, la venganza… Pasó ya el año ’30 y todo sigue siempre igual en la tierra del quebracho, la forestal comenzó a desterrarse del inmenso y amargo latifundio, ya quedaba muy poco para explotar, el tanino y la sangre eran escasos, los obrajes y las fábricas cerraron y ya era poco el trabajo en todas partes…”

Se terminó la vida compañera

Se terminó la vida compañera
Se terminó el obraje y la jornada
Hay que salir nomás mujer sufrida
Rumbo al hambre, al sudor, al sol, la nada.

Terminó el quebrachal compañerito
Hijo del padre obrajerito flaco
Hay que perder la sangre que dejamos
Hay que volver a andar: Vamos al Chaco.

Se terminó el obraje compañero
Ya nos quieren echar de golondrina
Que no hay monte que hachar dijeron ellos
Y el quebracho está entero todavía.

“Y nos tuvimos que ir nomás, algunos como yo mismo señor, nos quedamos a seguir luchando por esos montes empinados y esos quebrachos altísimos, las mujeres y los gurises se fueron yendo de güelta pa’ los pueblos, a nosotros el hambre nos corría monte ajuera, no teníamo mas que un cocido una vez al día, galleta apolillada y mate amargo y el hambre que picaba aquí en la panza, y la rabia que picaba aquí en las manos… Se habían llevado a los compañeros del centro obrero… Los habían llevado a santa Fe, a Resistencia. A algunos nadie sabe lo que le hicieron, si lo mataron a lo mejor o si lo torturaron y los dejaron por ahí tirau como un bicho del monte…”

Se terminó el obraje compañero
Ya nos quieren echar de golondrina
Que no hay monte que hachar dijeron ellos
Y el quebracho está entero todavía.
Que no hay monte que hachar dijeron ellos
Y el quebracho está entero todavía.

“Y nos tuvimos que ir nomás, cada uno con la familia o con lo que tenía allá que no era nada, casi nada, algún atao con la ropa, alguna ollita, los gurises, y los perros flacos que nos venían siguiendo ja! Que nos venían siguiendo. Nos íbamos yendo en los vagones de carga del ferrocarril de vuelta al Chaco algunos otros a Corrientes, a los pueblitos de adonde habíamos venido pa’ la forestal, Algunos como Crespín Espinoza, Juan de la Merced Ojeda habían trabajado como treinta años allá y no tenían nada de nada, otros se quedaron como escondidos para siempre en esos montes tremendos… Ay! Florinda, hija vo noma como yo de vuelta a andar de acá para allá como peón golondrina, siempre en la pelea por el jornal. ¡Qué venganza la de los ingleses! Guillermina, Villa Ana, Calchaquí, Villa Ocampo, Gallareta, Olmos, Garabato… Todavía esperando por lo suyo, ya no hay trabajo ni día pa’ nosotros, seguimos siendo los hombres olvidaos… La forestal!... Sí que me acuerdo…”

Crónica de un olvido

Vamos a ver qué queda de esa tierra
Donde el quebracho alzaba su estatura
Vamos a ver qué queda de los pueblos
Vamos a conocer la historia oscura.
La historia oscura.

Los pueblos están solos fantasmales
Como una abierta herida permanente
Vamos a conocer la vieja historia.
Vamos a ver el rostro de esa gente
De esa gente.

Santa Fe al norte vive todavía
La vieja sangre de los quebrachales
Vamos a ver qué queda compañeros
De la desolación de los obrajes

Allí la forestal planto su rastro
En el medio del monte centenario
Vamos a comprender compañeros
Para borrar su rastro con el canto

De una antigua historia sepultada
Por los que no quisieron que se sepa
Vamos a cantar juntos compañeros
Para borrar su nombre de esta tierra

De un dolor que hiere todavía
En el dulce corazón de la madera
Vamos a cantar juntos compañeros
Para borrar su nombre de esta tierra

Es una huella amarga y sanguinaria
En pueblos que se mueren de la pena
Vamos a cantar juntos compañeros
Y para siempre borrar su nombre de esta tierra.

adaptación discográfica de Enrique Llopis.

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